O MUÑOZ MOLINA

EL ESPACIO


"Yo me inventé Mágina para contarme a mí mismo las experiencias de mi propia vida y las de mis mayores con un grado de intensidad y unas posibilidades de lejanía que sólo podía darme la ficción»
La obra se desarrolla en un pueblo del sur de España al que no se da nombre. El autor confesó en un artículo en que presentaba la novela que, antes de escribirla, pensó localizarla en Granada, pero luego afirmó:"Se me ocurrió que el espacio debía ser otro, una ciudad cuyo nombre yo no necesitaría para que algunos lectores la reconocieran. Tampoco lo diré ahora". Por la lectura de las obras del autor debemos pensar que es Mágina, nombre que da a Úbeda, su ciudad natal, cuando la convierte en espacio literario, como hicieron otros autores (Mágina es el nombre de una sierra cercana a Úbeda). En 2018 se hizo una exposición en la que se recogieron los hechos fundamentales de la vida del escritor en relación con su ciudad natal.

En palabras de Muñoz Molina:"Más que a un retrato, Mágina se parece a una maqueta de ciudad, a un modelo a escala del mundo breve en el que vive sus vidas la mayor parte de la gente: una maqueta con sus estatuas que yo dispongo como si manejara meditativamente figuras de ajedrez […]. En Mágina soy el único dueño del Registro Civil, como quería Balzac, y añado nuevos nombres a su vecindario o los doy de baja según me conviene, y les asigno lugares donde vivir, costumbres, balcones exactos a los que se asoman, trayectos de cada día".

Como dice Catalina Quesada, "En ese microcosmos el tiempo opera de forma particular; el tiempo de Mágina, como el tiempo narrativo, dista mucho del objetivo y cronológico: se alarga o se condensa y no puede ser medido por los relojes. Las fronteras entre el tiempo pasado y el presente se diluyen, los años se mezclan y lo mismo sucede con el día y la noche. Mediante el examen del espacio, de los aspectos temporales y del tiempo como tema en la novela intentamos dilucidar cómo el escritor ha llegado a ese mundo mítico de Mágina, un auténtico cronotopo, donde tiempo y espacio se condicionan."

Y añade Ríos Carratalá:"Varias de las primeras novelas de Antonio Muñoz Molina se desarrollan en Mágina, una localización ficticia donde está estilizado –junto con una evidente carga literaria- el pueblo natal del autor: «Úbeda está en los mapas y en el tiempo; Mágina es un lugar de mis libros y de mi pasado» (La Huerta del Edén, 215). La lectura de esas novelas bastaría para hacerse una idea aproximada de lo que suponía vivir durante el tardofranquismo en un espacio rural, donde el aislamiento, la ausencia de novedades y las rutinas marcaban un devenir similar al visto en relatos de otras épocas más alejadas en el tiempo. Mágina es un referente inexcusable en este sentido, aunque Antonio Muñoz Molina al concebirla careciera de la voluntad literaria de conectar, como premisa, con quienes abordaron el mundo de los grandes pueblos desde una perspectiva realista equiparable a la presente en la narrativa decimonónica y hasta mediados del siglo XX.


Con la creación de esta Mágina ubetense, Muñoz Molina se inscribe en la tradición que llevó a la creación del Yoknapatawpha de William Faulkner, el Macondo de García Márquez, la Comala de Juan Rulfo, o la Santa María de Juan Carlos Onetti. Aunque Muñoz Molina mantenga el imaginario de su infancia, recree las costumbres de su pueblo y recorra buena parte de la realidad histórica española contemporánea, el proceso de literaturización y mitificación a que es sometido el referente produce otra cosa.

Cobo Navajas hace, sin embargo, una distinción entre la aparición de Mágina en sus distintas novelas, pues unas veces utiliza este nombre y otras, no:

"Cuando hablamos del ciclo narrativo de Mágina o de las novelas de Mágina, nos estamos refiriendo exclusivamente a Beatus Ille, a El jinete polaco y a Los misterios de Madrid, relatos en los que las alusiones a Mágina son explícitas. Sin embargo, cualquier lector, que sea mínimamente observador, advertirá que las unidades espaciales por las que se mueven los personajes son las mismas en Plenilunio, en parte de El dueño del secreto y Ardor guerrero, y en algunos de sus relatos cortos y artículos; lo que sucede es que el narrador de estos discursos, cuando espacializa los movimientos de los personajes, las acciones y las relaciones entre ellos, toma como referente un pueblo sin nombre que sigue siendo Úbeda, aunque no Mágina. Las unidades espaciales pertenecen a Úbeda, pero su tratamiento es diferente, porque han dejado de pertenecer a Mágina."

Los detalles que se dan en Plenilunio coinciden con los de sus otras novelas: la estatua del General Orduña, el Restaurante Monterrey, los jardines de la Cava, la Virgen del Gavellar, la muralla, los palacios renacentistas, la famosa Semana Santa, los Almacenes de El sistema métrico, la Calle Nueva (lo que no quiere decir que sean espacios reales) pero podría ser cualquier pueblo del sur de España. De ahí que no le ponga nombre. Es una manera de extender ese lugar a cualquier otro, de que los problemas presentados no son algo concreto de un individuo o de un pueblo, sino más general y aplicable a muchos otros similares. A diferencia de otras novelas suyas, en las que la autoficción ocupa un lugar importante, en esta novela esas referencias se limitan al espacio urbano y no reconstruyen la vida del pueblo en relación con el pasado de este ni del autor.


Las descripciones de ambientes se caracterizan por la brevedad, su intención simbólica y su carácter impresionista, que evocan el ambiente con abundantes enumeraciones que apelan a las distintas sensaciones visuales, auditivas, olfativas...

Como sucede en sus otras novelas existen claros contrastes entre ambientes: la zona histórica donde vive el criminal (“Este es un barrio antiguo y de mucho mérito, de casas caídas y de iglesias en ruinas”, p. 199); y la zona nueva, en que se muestra el progreso y la modernidad (“donde están el ambiente y las luces, las tiendas prósperas de modas y de electrodomésticos con sus escaparates relucientes, los bloques de pisos con porteros automáticos y calefacción central, las calles anchas y bien asfaltadas, las cafeterías, los talleres de coches, los videoclubs, los bares de top-less, la vida de verdad”, p. 203).

También existe otra contraposición entre la ciudad y sus alrededores: el hospital psiquiátrico donde está internada la mujer del inspector ( p. 237); el hospital donde atienden a Paula ( p. 345); la cárcel donde termina el pederasta (p. 442-443), el hostal llamado “La isla de Cuba” (p. 194; cap. 21, p. 294). Son lugares que se relacionan con la enfermedad, los amores clandestinos...

En Úbeda es posible encontrar los espacios que el autor cita en sus novelas de Mágina. 

La plaza del Reloj:
"El tiempo en Mágina gira en torno a un reloj y a una estatua. El reloj en la torre de la muralla levantada por los árabes y la estatua de bronce del general Orduña, que tiene los hombros amarillos de herrumbre y huellas de palomas y nueve agujeros de bala en la cabeza y en el pecho"

La estatua del general Orduña

"-Son balazos, hijo mío - dijo su padre, solemne y pedagógico- como no podían fusilar al general Orduña, que ya estaba muerto, fusilaron su estatua, los muy imbéciles"

La calle Fuente de las Risas


"En unos pocos instantes he vuelto a la casa en la que viví entre los tres y los ocho años, en una calle de Mágina cuyo nombre, para mí tan común, le da a ella una sensación de amplitud y verano, la Fuente de las Risas".


La casa de las Torres

"Cuentan en los corros la historia de la mujer fantasma que fue enterrada viva en un sótano de la Casa de las Torres, y que a esa hora de la noche empieza a recorrer como un alma en pena sus salones con pavimento de mármol y sus galerías en ruinas y la cornisa de las gárgolas llevando un hachón encendido"





La plaza de San Lorenzo


"Llego a la Plaza de San Lorenzo mucho antes de que él aparezca junto a la primera esquina iluminada, veo el rectángulo de la plaza, más íntima de noche, los tres álamos que todavía no han cortado para hacer sitio a los automóviles..."






El paisaje del valle del Guadalquivir


"Era otra luz la suya, dorada, fría y azul, tendiéndose desde los terraplenes en un descenso ondulado de huertas y curvadas acequias y pequeñas casas blancas entre los granados, dilantándose en el sur hacia los olivares sin fin y la vega azulada o violeta del Guadalquivir".